viernes, septiembre 11, 2009

Ecos

Los espacios que recorrían mis historias allí dentro pertenecían a largas noches atascadas de iluminación artificial y saturadas de invierno, a veces los sonidos que alteran nuestra mente no pertenecen a lo omnipresente. Los resbalos de luz colada entre las sabanas de ese lugar chirriante lleno todas las posibilidades entre el morir y el nacer, y es que no sabría deducir cual antecede a que dentro de este lugar lleno de sombras empapadas de indulgencias e insensatez.
Todas las noches que pase por ahí, que habite ahí escuche esos ecos que lo abatían todo dentro de un espacio tiempo que a veces, casi siempre resultaba de mí lo que jamás había imaginado poseer intrínsecamente.
Pertenecía a ese lugar pero no atada a los avíos que me encadenaban a la esfera, yo afuera pertenecía a los ecos, me encajaba entre los espacios huecos de luces y discernía de la condición maléfica del tiempo ataviado de recuerdos.
Por segundos dude de que más allá del bien y el mal estuviera una efigie gráfica de mis portentos y zigzagueantes a inescrutables ecos que dimitían de mi todo a lo que pertenezco.